«Esta reflexión no tiene mucho que ver con la tecnología, son sólo pensamientos sobre lo que siento y sobre lo que desearía a estas alturas de mi vida y aunque no me resulta fácil me animo a compartirlo con vosotros por si os sirve mi reflexión»
Ahora que tenemos cierta experiencia en la vida, no mucha, pero algo es algo; que ya empezamos a sentir que por desgracia hemos vivido más de lo que nos queda, a pesar de la Universidad de la Singularidad y de que hablen del envejecimiento como una enfermedad; ahora que ya hemos quemado alguna etapa, yo me resigno a que ya no tendré más hijos, una pena; ahora, justamente ahora, tengo tantas ganas de vivir, tantas cosas que hacer que la vida me parece corta, cortísima. Los días no dan de sí para poder hacer todas las cosas que me gustaría. Se me pasan volando y se convierten en semanas que, cuando me doy cuenta, ya son meses, y años. Estoy cansada, precisamente porque quiero llevar tres vidas en una y siento que, como el sol, el tiempo no se puede retener, ni almacenar.
Esta tarde, mientras charlaba con un amigo, me daba cuenta de lo maravilloso que sería tener una vida «en tres actos» eso sólo para empezar.
Un acto para vivir, vivir intensamente
Disfrutar de mi familia, trabajar… todo ello a cámara lenta, aprovechando como nunca cada segundo maravilloso y por qué no, para aprender profundamente de esos momentos que quizás no lo sean tanto. A veces nos preguntamos para qué están ahí, después de pasar algunos momentos difíciles, creo que son necesarios para hacernos más fuertes y más sensatos, para aprender a relativizar y distinguir lo importante de lo superfluo.
En este primer acto tendría la misma vida que he vivido ya, pero procuraría estar presente siempre e intentaría evitar alguno de esos errores irreversibles que todos hemos cometido. Me dedicaría más tiempo a mí misma, haciendo cosas, pero aprendería a no hacer nada. Probablemente, viviría cerca del mar, que es el lugar de donde vengo.
Pasaría aún más tiempo con mi hijo. Los niños crecen a toda velocidad, así que me empeñaría en abrir bien los ojos para tratar de grabar esos momentos irrepetibles uno tras otro en mi corazón y aprendería a pasar más tiempo conmigo misma, haciendo nada, simplemente viendo pasar el tiempo.
Un segundo acto para descansar, para reponer fuerzas, para curar las heridas y el dolor
Me gustaría tener un segundo acto para quedarme dormida sin prisa mirando al cielo, viendo la luna ocultarse entre las nubes de invierno y las estrellas reflejarse en el mar de verano y despertarme recuperada y con ganas de comerme el mundo. Un segundo acto para darme el placer de dormirme una siesta como las que dormía cuando mi bebé tenia meses y aprovechaba sus horas de sueño para descansar.
Un segundo acto para recuperar ese estado de paz y de sosiego que te permite estar descansado, relajado, atento y ser dueño de la fuerza de tu cuerpo.
Pero necesito añadir un acto más a mi vida. ¿Qué os parece un tercer acto para leer y para pensar?
A veces siento que no puedo pensar. Todo pasa rápido, las decisiones, los mails, las lecturas, la tecnología y vemos como recogemos un titulo más y nos despedimos del curso mientras saludamos al verano.
Así que «me pido», seis horas extra, donde, con esa satisfacción de la labor cumplida y ese cuerpo descansado y preparado para aprender, pueda abrir las paginas llenas de sabiduría de otros tiempos, de otros lugares, de otras vidas y, sin prisa, llenarme de experiencias, sin sufrirlas; inspirarme con ideas nuevas y, sobre todo, crecer y ser un poquito más sabios.
Siento que la vida pasa volando y está claro que no podemos vivirlo todo. Pero tener tiempo para aprender de la vida de otros, para viajar a lugares en nuestra imaginación, incluso regresar al pasado y viajar al futuro, es posible con la lectura.
A veces no tenemos tiempo, pero si no leemos nos marchitamos y si no pensamos desaparecemos.
Es tal el placer que me produce leer, es tal el conocimiento que siento que me falta cuando leo y descubro lecturas nuevas, es tal la satisfacción al terminar un libro y sentir que soy un poquito menos ignorante que cuando empecé, que quiero pedir un «acto extra» para eso, para satisfacer mis deseos infinitos de seguir leyendo, aprendiendo, descubriendo mundos maravillosos que se abren ante mis ojos cada vez que me lanzo a un nuevo descubrimiento.
A veces, me asombro al leer mis pensamientos, mis sensaciones expresados con palabras mágicas que yo nunca hubiera podido combinar; o la sorpresa de entender historias y sensaciones hasta entonces desconocidas para mi, o de descubrir puntos de vista nuevos sobre la misma vida.
Pero, sobre todo, lo que me apasiona de la lectura es que me ayuda a pensar, a tener mi propio criterio que con el tiempo puede cambiar. A sentir que mis neuronas se ponen a trabajar e incluso se emocionan. Y sentir lo importante que es potenciar esa capacidad de discurrir como nos decían en el cole, algo que nos hace a cada uno de nosotros ser un trocito de tecnología perfecta.
Es una pena, no voy a tener un acto extra ni para leer ni para pensar, así que tendré que seccionarlo en pedacitos y llenar mis otros dos actos de momentos llenos de lectura y reflexión. Y lo que si haré, ya que aún solo viajamos al pasado en los libros, en mi viaje al futuro, tratar de vivir a cámara un poco más lenta y grabar en mi corazón esas cosas que inexorablemente ya no volverán.