“Juro que si vuelvo a oír en otra reunión que tenemos que llenar los comités de dirección de las empresas de millenials para tener éxitome levanto y me voy”, dijo ella enfadada.
¿Qué está pasando en el mundo, en las empresas? ¿Es posible que estemos tan perdidos que simplifiquemos los problemas que tenemos de tal forma que creamos que simplemente con la inexperiencia y la valentía de los 30 años vamos a resolver todos los problemas? ¿Es posible que queramos poner toda esa responsabilidad en gente maravillosa y muy bien preparada pero a los que podemos destruir entre todos?
Cuando yo era una niña, mis padres me decían: “Cuando seas mayor, comerás dos huevos”. Y alguna que otra vez también me decían eso de: “Respeta a los mayores”. Sinceramente, ni lo entendía ni me importaba, pero ambas me enfadaban..
Eso es lo que tenemos los jóvenes, los de hoy y de los de hace 20 años: que cuando estás allí, tenemos ese atrevimiento e incluso arrogancia que te proporciona la ignorancia; esa frescura de no haberte equivocado y de no haber tenido que vivir aún con el legado de tus errores; esa sensación de que sólo con mirar el mundo a través de tus ojos crees que lo sabes todo, lo conoces todo y lo dominas todo, sin darte cuenta de que aunque son valiosos no son únicos.
Sé que no es la primera vez que hago esta reflexión. No me importa. La haré hasta que entendamos que todos nosotros fuimos millenials y que hemos sido capaces de llegar adonde hemos llegado con esfuerzo, trabajo, inteligencia, mano izquierda, sufrimiento y algunas heridas; y que todos esos años no deben verse simplemente como canas en nuestro curriculum, sino como la sabiduría de la experiencia que ha sido capaz de traernos hasta donde estamos hoy.Poner toda la responsabilidad del futuro en los hombros de una generación, no es bueno para nadie, si no se hizo nunca ¿por qué ahora?
Nos dicen, que ahora los jóvenes valoran más su tiempo libre, que no están dispuestos a sacrificar determinadas cosas en su vida por un trabajo. ¿De verdad vamos a convertir todas nuestras organizaciones y nuestra sociedad en un entorno preparado y limpio, donde no haya que hacer esfuerzos, donde no tengamos que renunciar a determinadas cosas por lograr otras? ¿Pero qué tipo de adultos queremos para nuestras sociedades?
¿Esto quiere decir que la cultura del no esfuerzo, de dame esto porque yo lo valgo, se va a exportar en masa dentro de las organizaciones? ¿En lugar de la educación de un Rafa Nadal? ¿O la de esos emprendedores que se dejan la piel cada día por levantar sus negocios de una, dos, tres o las personas que toquen? ¿Que no están ni en San francisco ni en Israel, sino aquí, en Valladolid, o en Lavapies?
¿Creemos que podemos ser líderes en algo solo por la edad? Es necesaria la capacidad de sacrificio, de trabajo y de reaccionar frente a las dificultades. y eso se logra con horas sin dormir, tengas la edad que tengas, y, como respondía Michael Jordan a la pregunta ¿cuál es la clave del éxito, “La clave del éxito está en el fracaso”. Si no vives, si no te arriesgas, si todo es fácil, no te equivocas y si no te equivocas, no aprendes , así, es mucho más complejo triunfar”.
Tenemos que hacer muchos cambios en las empresas para sobrevivir. Debemos cambiar la cultura, ser más agiles, más flexibles, más ligeros; debemos, además, estar mejor preparados para escuchar a nuestros clientes y adaptarnos a sus necesidades. Para ello hay que incorporar, como se ha tenido que hacer siempre, talento joven, pues su visión del mundo es nueva y distinta; Pero no nos obcequemos, por favor. Debemos mezclar juventud con experiencia y, sobre todo, con excelencia, tenga la edad que tenga.
¿Cómo puede ser que no paremos hablar de los millenials y sin embargo no hablemos con la misma intensidad de las mujeres que realizan el 80% de las decisiones de compra a diario?
Es cierto, como se explica de manera brillante en el libro” Leading the life you want” que .para ser grande en el trabajo, tenemos que ser grandes en la vida; para tener ideas, hemos de ser capaces de sacar la cabeza de la caja y pensar fuera de ella. Leer, inspirarnos, hablar, conectar puntos… Y para eso se necesita tiempo. Tiempo imprescindible para VIVIR. Vivir en familia, haciendo kite surf o para pasear por el rastro disfrazado de hipster, de knowmad o de lo que toque en este cuatrimestre. O para estar con nuestros hijos —aquellos que los tengamos—. Esa necesidad de tiempo y de brillar más allá de nuestras oficinas, queridos gestores, es bueno; más bien, es necesario para todos, tengamos la edad que tengamos. Y lo pedimos TODOS, AUNQUE HAYAMOS SUPERADO LOS 30.
Por favor, por favor. Yo también fui millenial.
Yo quería nadar todas las tardes, ir al cine, leer; Yo quería salir corriendo los fines de semana con mi amiga Ana para subir a Bilbao y estar en mi playa con mi familia y mi novio. Muchas veces podía, muchas otras no. Y tenía que elegir. Elegir qué camino seguir, qué vida tener, por qué trabajo luchar. Errores, aciertos, noches de estudio, fines de semana de trabajo, dedicación y responsabilidad total a mi trabajo. Pero también noches en vela bailando. Pero, ¿sabéis una cosa? Creo que ahora más que nunca. Ahora que me levanto al alborear para leer y escribir. Ahora que el sábado, en mi tiempo libre, voy a Oviedo a dar una charla a mujeres que están cambiando el mundo. Ahora que mi mundo fuera de mi compañía, con un esfuerzo extra, cada vez es mas enriquecedor. Ahora que tengo cada vez más claras las cosas que quiero vivir, porque cuanto mas viva, más podré ofrecer a mi familia, a mí misma y, por supuesto, más podré ofrecer en mi trabajo. Ahora, después de tanto esfuerzo, tanto sacrificio, ahora yo, con mis 43 años puedo ayudar y contribuir a que mi mundo cambie.
Porque el viaje, las piedras, las heridas, la experiencia, incluso el legado, todo eso, hacen de mí alguien más completo, más paciente, más sensato. Y no os creáis, esa Mosiri de los 33, de hace 10 años, aún sigue ahí, apasionada, espontanea, risueña, un poco insensata. Pero hay otra que la complementa, mejor y un poquito más sabia. Una Mosiri a la que le encanta escuchar a esos que han vivido unos cuantos kilómetros más, decidido más, aprendido más y sufrido y disfrutado más. Y cuando tengo esa suerte, procuro callarme y, salvo que tenga algo muy relevante que decir, sencillamente escucho.
No es fácil a veces, porque nos cuesta escuchar, pero me acuerdo de esa frase, sé que no es la más apropiada, pero me acuerdo de ella: “Respeta a los mayores”. Y simplemente disfruto profundamente de esa sabiduría que esta entrando en desuso y que dentro de muy poco no van a poder compartir.
Cuando Mark Zuckerberg tuvo que elegir quién le acompañaría en la consolidación de Facebook como un negocio rentable, eligió a una mujer de 39 años, con experiencia laboral más allá de Google, en consultoría y en la administración pública… un mundo laboral de lo más tradicional… y 15 años mayor que él. ¡Viva Mark y viva la mezcla!
Post publicado en www.mosiri.com