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Mi propósito

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Mis padres eran médicos y siempre tuve complejo por no haberlo sido. Decía a mi madre que mi trabajo no tenía sentido y que no aportaba “nada” al mundo si me comparaba con ella. Ella siempre me respondía que siempre que hiciera mi trabajo con el corazón y buscando la perfección, estaría aportando y mucho al mundo. Intento creerla, pero a veces, la realidad con la que te topas, te muestra que ella tenía razón, como «casi» siempre.

Pocos días antes de acabar el año, tuve la suerte de encontrarme, por sorpresa, que gente buena y todos ellos, haciendo bien su trabajo, me hicieron francamente feliz.

El viernes 20, a las nueve de la noche, tenía una clase de gimnasia y como ya se imponían las vacaciones, venía un profesor diferente, nuevo. Lo primero que piensas es, por qué no el de siempre… no quieres aprender una rutina nueva, ni una cara nueva. Es tarde y estas cansado y de repente, suena una música alegre, increíble y tienes frente a ti, una persona, casi personaje por darle más dramatismo, que durante 60 minutos exuda energía, pasión, alegría, felicidad, ritmo…. No solo hicimos la coreografía, nos reímos, casi casi bailamos, a pesar de las horas y del agotamiento…nos hizo felices, le dimos las gracias, avisamos en recepción, donde lo primero que pensaron es que íbamos a quejarnos y nos retiramos, agotados pero felices para avanzar hacia las temidas vacaciones de Navidad.

Para hacerme la vida más fácil, se me ocurrió pintar en Navidad y ahí descubrí a otro magnífico ser humano y grandioso profesional. Un hombre mayor, Antonio, con su uniforme blanco inmaculado que se comprometió a acabar antes de Navidad y estuvo trabajando el día 24 a las siete de la mañana para cumplir su promesa. Dejó la casa maravillosa, me dió consejos de decoración, me ayudó a colgar lámparas y cuadros mientras esperábamos ansiosos la llegada de un rollo de papel que nos faltaba, no perdimos ni un segundo. Era un primor verle trabajar y ver cómo ordenaba sus actividades para que todo cuadrara a tiempo.

En mitad de todo este proceso, tuve que hacer un par de recados urgentes y no podía depender ni de mi coche, ni del aparcamiento de un C2C, así que salí a la calle a coger un taxi y confiar que mis locuras, rutas y esperas, no desesperaran al pobre taxista elegido al azar. Me aventuré imprudente y según entré, solo le pregunté si estaba de buen humor, algo es algo. El me dijo que sí y empezamos una ruta de una hora por Madrid, Navidad, primera hora de la tarde, locura total para recorrer tres lugares y volver al lugar de origen de nuevo. El taxista fue encantador, nos reímos, recuperamos los recados, me esperó con tranquilidad y humor un buen rato un par de veces y en varias ocasiones, me ayudó con el peso que iba acumulando. Tras una hora me devolvió a casa con una sonrisa. No hubo trafico, no perdimos ni un segundo, todo se nos dio muy bien pero sobre todo, él hizo su trabajo y también me hizo feliz.

He estado por primera vez fuera de mi casa en Año Nuevo y en Reyes. Quizás con las emociones a flor de piel y también fuera, en la distancia, me he encontrado con lugares y personas que al hacer bien su trabajo y tratar de agradar, me han hecho tremendamente feliz. Desde un restaurante en Amsterdam hasta una tienda donde compras un gorrito se puede acabar convirtiendo en un momento delicioso que te llena de endorfinas y te hace feliz.

Pensándolo bien, ella tenía razón. No; no tenemos que ser médicos para sentir que cada día cambiamos la vida de alguien.

De la misma manera que éste taxista, Antonio el señor del papel o el maravilloso profesor de baile, una buena canción o unos huevos revueltos que te recuerdan a casa cuando estas lejos te pueden llenar de alegría y dar felicidad.  El trabajo hecho con cariño, con primor, con pasión y con una sonrisa es algo que cada uno de nosotros sembramos en los demás. Esto que ahora llamamos «experiencias» es algo tan básico que casi dar risa explicarlo.

Todos tenemos propósitos para el año que acaba de comenzar.  Soy afortunada, por mi trabajo, mi salud y mi familia, por eso mi propósito para este año será hacer mi trabajo con tanta alegría, pasión, energía y cariño que al menos en alguna ocasión, las personas que estén a mi alrededor sientan lo que yo he sentido estos días cerca de estos estupendos seres humanos y  pueda hacer un poquito mas felices a las personas con las que convivo. Fijarme en lo que tengo y no en lo que no y agradecer, cada día lo afortunados que somos, a pesar de todo lo demás. 

Gracias por leerme y feliz año 2020.