To see the world, things dangerous to come, to see behind the walls, draw closer to find each other to feel, that is the purpose of life.
«No tengo ninguna razón para ir, salvo que nunca he estado allí y que el conocimiento es mejor que la ignorancia»
Freya Stark 1893-1993
Leemos los periódicos, vemos las noticias y parece que el mundo ha perdido el rumbo. Ese equilibrio teórico, esa paz en la que vivíamos, esa cierta sensación de control que hasta ahora disfrutábamos parece que se está esfumando, digamos que disipando.
Leemos que somos globales, mientras los estados se resquebrajan. El Reino Unido decide romper con la Unión Europea. En lugar de abogar por estados más fuertes y unidos, las identidades nacionales se rompen en pro de “micro-nacionalismos”. Ciudadanos de países enteros huyen de guerras y peregrinan hasta Europa buscando un lugar donde vivir, con miedo a morir simplemente por “ser”, por “existir”. Trump levanta un muro y se debate quién lo financia. Estamos perdiendo el rumbo.
Locos matan sin control en cualquier lugar y tenemos una sensación de inseguridad que desequilibra el estado de bienestar en el que nos encontrábamos aislados en ciertas partes del mundo. Algunos de esos locos no son más que niños pues atónitos descubrimos cómo 35.000 jóvenes de todo el mundo son reclutados como soldados del I.S.I.S con el único objetivo de inmolarse en nombre de un mundo “nuevo”.
Las instituciones que garantizaban nuestra estabilidad, no pueden o no saben reaccionar ante lo que está sucediendo y se debaten entre la dureza y la laxitud quedándose en un territorio de nadie que propicia más descontrol y desconfianza aún. Nos avergonzamos de aquellos que nos deberían proteger, dirigir, ordenar pero a pesar de ello, no es nada fácil diseñar nuevas estructuras que protejan lo que creemos que es nuestro marco de seguridad.
Mientras tanto defendemos Internet como derecho universal cuando no podemos garantizar el derecho a la vida o a la libertad y nos preocupa que nuestros hijos aprendan a programar casi antes de que aprendan a leer. Y casi a la vez, somos testigos de una falta de valores y de sentido de nuestras vidas. Existe una profunda promiscuidad digital que nos inocula el virus de que “sino lo compartes no ha sucedido” y de la superficialidad emocional por encima del compromiso, incluso con nosotros mismos.
En las escuelas nos olvidamos de la filosofía, antes fue el latín, ¿Qué será después? ¿Serán la historia y las matemáticas? Poco a poco acabamos con lo esencial para que los niños parezca que aprendan pero sin entender el por qué delas cosas.
¿Y ahora qué? Tenemos una larga vida por delante y nuevas herramientas para vivir. ¿Qué hacemos? ¿Cómo encaramos este futuro que sigue siendo más incierto que antes y que nos sorprende constantemente?
Vemos que proliferan los vendedores de soluciones mágicas para transformarse, como si fueran charlatanes. Parece que hemos adoptado la filosofía de la vida para “dummies” y que con utilizar dos o tres frases mágicas nos perdonamos a nosotros mismos de nuestros “pecados”; Desaparecen asignaturas de los colegios y carreras de las universidades que son la columna vertebral de nuestra formación y de nuestra sociedad, para después pasar a no comprender por qué no podemos mantenernos en pie.
Queremos impulsar entre todos una revolución, la nueva normalidad digital, o el nuevo Renacimiento Digital, donde por encima de la tecnología, por encima de la robótica, del IoT, del Cloud, de las redes sociales, de la impresión 3D, defendamos nuestra esencia, lo que somos, simplemente personas que amamos, pensamos, creamos. Seres humanos con instintos y que hoy, tenemos unas herramientas mágicas y super poderosas al alcance de nuestra mano que deben hacernos más humanos que nunca.
Somos piel, corazón, cerebro e instinto.
Magia.
Ciencia.
Emociones.
Somos un milagro.
¿Qué tenemos que saber? ¿Cómo debemos aprender? ¿Cómo debemos afrontar esta (a)normalidad digital?
Después de mucho leer, pensar; Después de mucho comparar, de fórmulas, mandamientos, recomendaciones; Después de todo eso…Todo nos lleva a lo más básico, porque para ser exitosos en este nuevo mundo digital, tenemos que integrar las capacidades digitales dentro de nuestra esencia como seres humanos, nada aparentemente más fácil y sin embargo más complicado. Tecnología que nos potencie pero que no nos anule, que no nos incapacite, que no nos vuelva “bobos digitales”
¿Qué es lo que nos hace diferentes? ¿Qué no puede replicar una máquina aún? Pensar, crear, sentir y por supuesto, nuestro instinto.
Si las personas dejamos de sentir, de amar, de crear con nuestra mente pero también con nuestras manos, la tecnología que hayamos ideado, inventado, la inteligencia artificial por ejemplo, someterá a nuestra propia inteligencia. La tecnología creada por nosotros, nos dominará y pasaremos a estar a su servicio en lugar de que la tecnología esté al servicio de las personas.
Viviríamos una revolución tecnológica, donde por primera vez se intercambian los roles…
Por ello, hay «capacidades básicas», pero fundamentales, en las que debemos profundizar, que debemos dominar, en las que debemos pasar de aprendices a maestros para poder tomar las riendas de nuestra vida, potenciándolas con los super-poderes de la tecnología pero sin dejar de ser “maestros” en cada una de ellas. Debemos volver a nuestros orígenes. A lo básico, pues lo nuevo, la tecnología se integrará de manera natural en nosotros.
No dejemos de leer, no dejemos de pensar, no olvidemos sentir amor, dolor o miedo con intensidad, no dejemos de tocarnos, con las manos, no dejemos de esforzarnos en crear, mantengamos los ojos abiertos, con curiosidad, como la de los exploradores que nos mostraron las bellezas y los misterios del mundo, Scott, Amundsen, Lord Carnarvon, Boas, Margarete Fountaine, James Cook… volvamos a explorar en nuestro interior, para ser más humanos que nunca.
“De niño siempre me veía como una persona de letras, pero me gustaba la electrónica. Entonces leí algo que dijo una de mis héroes, Edwin Land de Polaroid sobre la importancia de la gente capaz de situarse en la intersección entre las letras y las ciencias, y decidí que eso era lo que yo quería hacer”.
Steve Jobs