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El Camino

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“Desde que aprendí a andar, estoy corriendo. (…)

Ahora, por fin, he encontrando un lugar donde quedarme….”

 

Jeff Johnson

180º South Movie

 

 

Ya pasó. Ya casi terminamos el verano y con el otoño comenzamos un nuevo curso. Éste debería ser diferente …

Vivimos rápido. Comemos rápido. Leemos rápido. Andamos rápido. Amamos rápido.

Pasamos rápido por la vida y la tecnología nos empuja a hacerlo aún más rápido. Sí, sabemos que ha habido más revoluciones, pero ésta, es la revolución de la velocidad.

Corremos, corremos y a veces ni siquiera sabemos para qué, ni hacia dónde. Cuando nos sentimos así, lo mejor es simplemente, parar un instante. Sólo eso, parar.

Este verano yo he parado. Este verano he comenzado un “camino” nuevo que ha comenzado con un viaje de los muchos que espero poder hacer con mi hijo. Un viaje de casi 120 kilómetros desde Sarria hasta Santiago en el que además de descubrir una tierra increíble, hemos descubierto una manera de vivir la vida distinta y maravillosa.

Cada día, despertábamos y de alguna manera empezábamos desde cero. 20 kilómetros por delante donde la única tecnología que teníamos eran nuestras piernas, el “único” entretenimiento, la naturaleza y nuestra conversación. Eso sí, acordamos un objetivo, llegar habiendo disfrutado de cada paso. ¿Dónde? Siempre que estuviéramos más cerca de Santiago de lo que estábamos cuando salíamos, éramos felices.

Para mi, este viaje ha sido una metáfora de la vida y una fuerte llamada de atención sobre las cosas que, al menos yo, estaba planteando de manera equivocada en mi vida y sobre las prioridades en las que nos centramos cuando enseñamos a nuestros hijos.

Metáfora en muchos sentidos. Esos kilómetros por delante día tras día los veía como los retos que nos planteamos en nuestra vida. Sólo nosotros podemos afrontarlos con la pasión, ilusión y el trabajo diario. Las inclemencias del tiempo, en forma de frío, lluvia o calor asfixiante no podemos cambiarlas, pero podemos preverlas y estar preparados. Despertarnos pronto para comenzar a caminar y poder ver amanecer. Protegernos del frío y de la lluvia para disfrutar del frescor y de la humedad sin pasar frío… En nuestro día a día, sabemos que hay infinitas variables que no podemos controlar, sin embargo algunas podemos anticiparlas y por tanto prepararnos.

Como por arte de magia, de un día para otro, el tiempo y el espacio cambian de dimensión y entiendes la teoría de la relatividad como nunca antes. Sólo puedes desplazarte entre 20 o 25 kilómetros al día ( éramos una desentrenada y un niño…), llevas tus cosas a la espalda y no te importa donde vas a dormir, siempre que puedas ducharte y cambiarte de ropa nada más llegar y encuentres un sonrisa, algo de comer y algo de beber. Y es que el tiempo y el espacio siguen siendo relativos y sólo depende de nosotros, frenar un poquito y dejar que la vida lleve su cadencia, que las cosas pasen a su ritmo. Ser más pacientes, indulgentes con nosotros mismos y estar más tranquilos. Las cosas pasan, pero la vida y la naturaleza tienen su delicioso ritmo. Acelerar muchas veces nos lleva a perdernos detalles y a no experimentar completamente aquello que nos permitirá crecer más y mejor.

Los niveles de exigencia son mucho más básicos y Maslow y su pirámide cobran vida otra vez. Necesidades básicas y afecto, no mucho más. Con una sonrisa y un “Buen Camino” estamos llenos otra vez, para después de esos paisajes, esos árboles, esas conversaciones con extraños que pareces conocer de toda la vida, esas caras conocidas que se repiten en el camino, culminar otro día perfecto.

No podemos correr, tenemos que caminar, levantar la cabeza, mirar a nuestro alrededor y captar con nuestros sentidos todo lo que vemos a nuestro alrededor. No importa la hora, el camino nos va retando y animando a seguir, porque en cada esquina encuentras esos números mágicos que te indican lo poquito que te queda para llegar ya.

El camino te enseña a cada paso, en cada kilometro muchas cosas que aunque sabemos se nos olvidan y como se nos olvida, nos cuesta enseñar. El camino es la vida, que también nos enseña a cada paso y sólo depende de nosotros pasar de largo sin mirar o estar atentos y aprender, pues queda mucho camino por delante.

¿Qué somos realmente? ¿Qué es la vida? Para mi, la vida es simplemente eso, es el camino, el paseo, las experiencias, la vivencias que nos acercan, paso a paso, día a día, a nuestro sueño, sea el que sea el de cada uno.

¿A dónde vamos tan rápido? Sin levantar los ojos de nuestras manos digitalizadas. Sin hablar con desconocidos mirándoles a los ojos. Sin compartir lo que sentimos. Sin descubrir que a nuestro lado, mientras desayunamos puede haber una persona interesante y sola. Sin mirar con ojos curiosos es naturaleza que somos, porque somos naturaleza. Sin ayudar sin esperar nada a cambio. Así, ¿A dónde vamos realmente? Y si llegamos ¿Habrá merecido la pena?

Creo que debemos hacer una reflexión y simplemente parar al borde del camino para preguntarnos hacia dónde vamos y hasta dónde queremos llegar. Solos o en compañía. Con el corazón lleno o vacío. Habiendo arriesgado, amado, aprendido, leído, sufrido o simplemente pasando por la vida volando sin esfuerzo o dentro de una pantalla donde todo parece ser algo distinto a lo que realmente ES.

He descubierto muchas cosas en cada paso y en cada descanso. Descubrí un hijo diferente. Mayor, bondadoso y sensible, mucho más de lo que pensaba; a quién respeto por su sentido común y su humildad para aprender y reconocer sus errores. Un niño valiente que ni un solo día se quejó y que en un momento del camino cuando quedaban sólo dos etapas y yo me lesioné, iba delante de mi como un hombre, para que me apoyara en su espalda y entre los dos pudiéramos acabar nuestro CAMINO. Un niño del que aprendo cada día por su inocencia y su sentido común y que me ha enseñado mucho más en este camino.

También descubrí una Mosiri renovada. Madre valiente y atrevida, con sueños nuevos y todo el horizonte por delante para seguir siendo yo misma y con una ilusión cada vez más clara, de ese lugar donde quiero estar cuando termine mi propio camino.

El camino es la vida pero vamos tan rápido que a veces no reparamos en lo que somos ni en lo que queremos ser

«Vivimos rápido. Comemos rápido. Leemos rápido. Andamos rápido. Amamos rápido.»

Si creemos que no vamos en la dirección correcta; Si sentimos que con un sólo paso hacia adelante podemos caer al abismo, es muy fácil. Giremos 180 grados y demos tan sólo un paso adelante, tomando el camino acertado; porque como dicen Douglas Tompkins y Yvon Chouinard al final del increíble documental 180º South, “A veces cambiar las cosas es tan sencillo como simplemente dar un paso.”

Vive despacio. Come despacio y poquito. Lee despacio y si me permitís, a veces, en papel. Anda despacio y mirando lo que te rodea. Y sobre todo, ama despacio.

Porque aunque seamos los únicos que pensamos diferente no estamos locos… o si lo estamos… qué mas da. Vivan los locos.

“Estas loco, majareta, como una cabra. ¿Pero te digo una cosa? Las mejores personas, lo están.”

Alicia en el País de las Maravillas , Lewis Carrol