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A partir de ahora, llamadme «loca»

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Cualquiera que tiene una idea es un excéntrico hasta que la idea tiene éxito.

Mark Twain (1835-1910)

Ignaz Philipp Semmelweis fue un médico húngaro que descubrió que la incidencia de «la fiebre del parto» podía ser disminuida drásticamente desinfectándose las manos en las clínicas obstétricas. En 1847 propuso lavarse las manos con solución de hipoclorito clásico pues la mortalidad de los paciencias hospitalizadas en la sala atendida por obstetras era entre 3 y 5 veces mayor que la sala que atendías las matronas. A pesar de haber demostrado empíricamente que el lavado de manos reducía la mortalidad, algunos de sus colegas se sintieron «ultrajados» y sus recomendaciones no fueron aceptadas hasta que Pasteurconfirmó la teoría de los gérmenes y Lister implemento el uso de métodos de asepsia y antisepsia durante las cirugías.

Era un loco. 

Mi madre ejerció la radiología durante más de treinta años en un hospital público y cuando usaba mascarilla para no contagiar a pacientes inmunodeprimidos; cuando usaba guantes al hacer sus exploraciones; Cuando se quitaba la ropa de la calle para cambiársela por el pijama del hospital; Cuando advertía de que los cambios de fisonomía de un hospital con luz y ventanas para modificar las paredes de mármol por paneles de plástico de colores mientras convertían en zulos sin ventilación ni luz natural las salas de radiodiagnóstico, la llamaban excéntrica.

Estuvo ingresada semanas tras someterla a una terrible operación para extirparle un tumor y tras pedir a un enfermero que acababa de fumar, que se lavara las manos y se pusiera guantes para cambiarle la «vía central», dejaron escrito en el informe médico que era una «paciente muy demandante». Aún me duele escribirlo. «Paciente muy demandante». Terrible.

Ella, en aquel momento si era una paciente, pero sobre todo era mujer de ciencia, doctora en medicina y una mujer extraordinaria con muchísimo sentido común y sabiduría trasversal y profunda. También la llamaban loca.

Otra loca más. 

Como escribí en mi post de diciembre, vivimos en la paradoja constante, pero también en un entorno donde todo se mezcla de mala manera y se simplifica sin rigor hasta tal punto, que no caben pensamientos reposados y sosegados y conversaciones y discusiones profundas, donde podamos compartir pensamientos elaborados.

Me llama la atención que en la era del emprendimiento, a alguien con una idea genial, pero distinta, que no comprendemos,  por no formar parte de la «masa», de lo que ya hemos visto o se nos ha ocurrido, lo llamemos loco. 

No leemos, ni mucho menos escuchamos lo suficiente. No pensamos por nosotros mismos y lo único que nos guía son las masas. Sin criterio, vamos con la mayoría, con la masa mientras algunos sabios, innovadores, emprendedores, valientes, excéntricos, sí, locos, como Semmelweis hace casi 100 años, no son capaces de persuadir lo suficiente como para hacer a unos pocos, parar y tratar de pensar a contracorriente y quizás actuar contra corriente, y ese contracorriente acaba siendo la dirección correcta. 

Leo un tweet del presidente de El Salvador que de manera precisa describe lo que estamos viviendo hoy. «Cualquier medida que tomemos ahora, parecerá exagerada. Cualquier medida que tomemos después, será insuficiente.» Pero estamos creando sociedades infantiles donde preferimos no molestar ni asustar a la población, no herir a los demás por compartir un pensamiento divergente pero ineludiblemente y de manera dramática, llegamos a lugares donde nunca debíamos haber llegado.

Vivimos en un mundo globalizado, pero no necesariamente centralizar es lo sabio. Vivimos en un mundo rápido, pero no necesariamente correr es la única manera. Vivimos en un mundo digital, pero no necesariamente lo intangible va a ser la solución. Vivimos en el mundo de la inteligencia artificial y del BIGDATA pero el Small Data, la inteligencia emocional y la intuición formar una parte fundamental de esta ecuación. Vivimos en democracia pero al mismo tiempo esperamos decisiones rotundas para proteger la libertad, la riqueza y la salud de nuestros países. 

Todo va muy rápido pero de la misma manera que en el fenómeno de la disrupcion digital otros sectores llegaron antes que muchos, en  crisis que estamos viviendo China y otros la han pasado antes que nosotros, pero ni siquiera teniéndolo frente a nuestros ojos hemos sido capaces de reaccionar y protegernos, protegiendo a nuestros ciudadanos y la riqueza de nuestros países.

Somos incrédulos y los «cisnes negros no existen» y lo que sucede en China, Korea, Irán,  no va a suceder aquí. Lo que pasó a Nokia o a muchos otros, no es lo mismo que vamos a vivir, en tal sector o en tal otro. Pero la realidad es terrible y se acercó aún más y llegó a Italia y no nos parecía lo suficientemente cerca pues somos tan arrogantes que nos creemos mejores que cualquier otro, aunque somos iguales, igual de buenos o malos pero sobre todo igual de vulnerables.

Simplificando, mezclando y enfrentando conceptos, no llegaremos y no estamos llegando a las soluciones. Hablar de racismo para justificar no haber actuado con contundencia desde un inicio. Hablar de feminismo para justificar manifestaciones masivas cuando existía un peligro inminente y una obsesiva utilización absurda del lenguaje que en este momento se está manifestando como innecesaria. El lenguaje debe permitirnos comunicarnos con precisión y en de manera escueta. Tergiversar el lenguaje o la ley en pro de otro movimiento masivo que invalida cualquier posición divergente…. Todo esto y todo unido nos lleva a este sin sentido y a estos sin sentidos que vivimos cada vez con mas normalidad.

¿Y cuál es el remedio?

Necesitamos ser más humildes, necesitamos ser más valientes, necesitamos ser más persuasivos, aprender a convencer,necesitamos valorar lo maravilloso que es que nos llamen locos y para sentirse así hay que ser muy fuerte de espíritu. 

Quiero rodearme de locos geniales que me hagan sentirme ignorante, me reten con cosas que no entiendo y me hagan reír con sus estupideces, que con el paso del tiempo, se hagan realidad como la realidad imposible que estamos viviendo hoy.

A partir de ahora, por favor, llamadme loca, no volveré a sentirme herida, será para mi uno de los mayores piropos que alguien pueda dedicarme. Será un privilegio. 

La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es su fiel servidor. Hemos creado una sociedad que honra al criado y ha olvidado el don.  

Einstein